Paradigma feminista y transiciones justas con la vida”. Ése es el nombre que ha recibido el VI Congreso de Economía Feminista celebrado del 5 al 7 de septiembre en Valencia y donde Pandora hemos participado para hablar, junto a otros proyectos cooperativos, sobre nuestras iniciativas de autoempleo. Colectiva XXK, Equipare y La Ciutat Invisible han sido nuestras compañeras de viaje en el conversatorio que ha presentado e introducido Carme Alemany, del Centre d’Estudis Dona i Societat (CEDIS) que abrió camino a finales de los ochenta.

En dicho conversatorio hemos querido poner nuestro granito de arena en la reflexión acerca de cómo hacer economía desde una mirada no mercantilista, no competitiva y no lucrativa. Ha sido un espacio en el que nos hemos desnudado y hemos compartido los avances y dificultades en esto de ser una pequeña empresa cooperativa formada por nueve mujeres.

En Pandora llevamos doce años trabajando en el entorno de la economía social y solidaria, también bajo el paraguas de la economía feminista. Ése ha sido el arranque de nuestra puesta en común. Lo que este marco viene a decir es que la meta de nuestra empresa no son los beneficios económicos, sino la calidad de vida y el bienestar laboral de las personas que formamos parte de ella. También la intención de cambio social de todos nuestros proyectos y trabajos. Pero, ¿qué implican afirmaciones?, ¿qué obstáculos entrañan?, ¿qué alegrías y qué dolores acarrea?, ¿cómo nos organizamos y qué políticas empresariales desarrollamos para alcanzar nuestro objetivo?

Estrategias cooperativas

Cada entidad hemos hablado de las dificultades de ser esclavas de un salario en un mercado capitalista y nos hemos centrado en una estrategia. En nuestro caso, la intercooperación.

En Pandora hemos intercooperado desde nuestro inicio. Nacimos con el apoyo de cooperativas más consolidadas que compartieron saber y trabajo con las más jóvenes. En los inicios era una intercooperación informal, puntualmente formábamos alguna UTE (unión temporal de empresa).

Pero en 2013 dimos un paso adelante y más de una decena de entidades de la economía social y solidaria formamos una cooperativa de segundo grado a la que denominamos Tangente. Era un momento de crisis y recortes sociales, muchas cooperativas hermanas habían desaparecido. Uniendo la solvencia técnica y económica y compartiendo recursos comunes podíamos optar a proyectos grandes y de continuidad.

La intercooperación en Tangente también nos permite desarrollar trabajos más creativos y multidisciplinares, y transvasar saberes y experiencia de cooperativas pioneras, como el de nuestras compañeras de IMC, que han participado en la organización del Congreso.

Retos y tensiones

Pero en el camino hemos tenido que ir sorteando una serie de tensiones. Una ha sido la identidad, ¿cómo hablamos desde un nosotras conservando cada entidad su singularidad? ¿Cómo repartimos el trabajo en época de escasez? ¿Cómo tomamos decisiones que incluyan los sentires y necesidades de todas las entidades? ¿Cómo creamos liderazgos compartidos e inclusivos que hagan que más mujeres nos animemos a asumir puestos de responsabilidad? Estas fueron algunas de las preguntas sobre las que conversamos.

En este conversatorio hemos puesto sobre la mesa la importancia del equilibrio que tenemos que encontrar a diario para conseguir el bienestar individual así como el colectivo, con la sostenibilidad económica. La cuadratura del círculo no es fácil, lo reconocemos, pero el esfuerzo merece la pena.

Más allá de nuestras reflexiones, ha sido un privilegio poder escuchar las experiencias de otras cooperativas, sus medidas de conciliación y corresponsabilidad, su apuesta clara por la calidad de vida laboral y la democracia en su funcionamiento. Para nosotras, este espacio ha puesto la guinda a estos tres días en la Universidad Politécnica de Valencia, donde cerca de 300 personas nos hemos juntado para reflexionar y tejer redes en torno a la economía feminista.

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