Rosario de Acuña fue mujer íntegra, creativa e indomable. Escritora, pensadora y dramaturga, destacó pronto en los círculos literarios de su época por su carácter librepensador y su provocadora obra, que siempre clamó por la igualdad social entre mujeres y hombres. De niña padeció una enfermedad que le provocaba periodos de ceguera, por lo que pasaba largas temporadas en casa. Como dramaturga, sus obras de teatro eran consideradas subversivas, hasta el punto de que nadie se atrevía a ponerlas en escena. Creó entonces su propia compañía para poder estrenar sus trabajos. También publicó poemas y artículos muy polémicos, tanto es así que un artículo en el que ironizaba sobre el machismo desencadenó una huelga masiva de estudiantes y acabó suponiendo el exilio de Rosario a Portugal.